Andrea León Martínez
andreakleon@hotmail.com
andreakleon@hotmail.com
Reconocimiento a la obra de Pitol y Toledo
Andrea León
Andrea León
Largos pendones con enormes fotografías de los homenajeados colgaban de la parte más alta del teatro Macedonio Alcalá, la expectación se podía ver en los asistentes a la entrega del reconocimiento Doctor Honoris Causa al artista plástico Francisco Toledo y al escritor Sergio Pitol.
Al interior del teatro el olor de las flores se mezclaba con el de la madera, mientras uno a uno se acomodaban los testigos de la ceremonia de honor dedicada a los creadores, en un día especial para los oaxaqueños: el natalicio de Benito Juárez.
El rector de la máxima casa de estudios de Oaxaca, Francisco Martínez Neri, ocupó un lugar de honor en la mesa para dar inicio al evento y paso al escritor, Carlos Monsiváis.
Con un pantalón color café, zapatos del mismo color y una camisa blanca el escritor habló acerca de los dos personajes distinguidos esa tarde, fue cuando platicaba sobre Francisco Toledo y su libertad, su suprema generosidad y su defensa a los derechos humanos cuando su discurso se vio interrumpido por los aplausos de los presentes.
El orgullo de los oaxaqueños por su paisano se respiraba en el aire y se contagiaba a cada uno de los asistentes al evento, quienes reconocían el talento del artista plástico.
Monsiváis retomó la palabra, después de los aplausos a los que él también se unió, para finalizar su intervención diciendo que “Sergio Pitol y Francisco Toledo reivindican la labor de los creadores con su trabajo, que es su mejor diálogo”.
El anfitrión de la ceremonia anunció que era momento de continuar y que el paso siguiente era la entrega de los títulos Doctor Honoris Causa a los creadores, así entre flashes y aplausos entraron a escena Francisco Toledo, quien vestía zapatos y pantalón color café, y una camisa blanca arremangada; y Sergio Pitol, con un traje azul marino y una corbata gris.
Ahí, en las tablas del teatro les colocaron una medalla con listón azul mientras la audiencia, de pie, les aplaudía y gritaba llena de emoción. La ovación se prolongó tanto que a través del micrófono se le pidió a Toledo y a Pitol pasaran a sus asientos.
El rector Martínez Neri felicitó al artista y al escritor, y afirmó que la ceremonia fue “un justo reconocimiento a su obra”, e hizo notar que cada una de las creaciones de los autores da luz a los espectadores y lectores.
Sergio Pitol leyó un escrito suyo titulado, El arte de la novela. Con la vista cansada por la edad y señalando con el dedo el texto, explicó que recibir el doctorado en compañía de Toledo fue su mayor premio, y expresó su admiración por el pintor. En una remembranza mencionó a sus autores predilectos, la forma como empezó a escribir y su primer novela, aseguró que la literatura no sigue reglas, ni siquiera la que ella misma impone, y eso la enriquece.
Pitol hablaba mientras su público suspiraba, y jóvenes se acomodaban en los hombros de sus parejas o en sus asientos, hablaba mientras Toledo posaba para la cámara de dos niños, hablaba mientras los asistentes escuchaban en silencio, atentos y embelezados por sus ideas y por su voz pausada.
El arte de la novela finalizó y los universitarios entonaron su himno para dar por concluida la ceremonia y empezar la fiesta afuera, en la calle de Armenta y López, con los acordes de la Banda del Centro de Capacitación Mixe de Tlahuitoltepec, donde el escritor escuchaba atento de pie a la banda, mientras el artista plástico caminaba sobre la calle de Independencia respondiendo preguntas con una sonrisa en los labios.
Al interior del teatro el olor de las flores se mezclaba con el de la madera, mientras uno a uno se acomodaban los testigos de la ceremonia de honor dedicada a los creadores, en un día especial para los oaxaqueños: el natalicio de Benito Juárez.
El rector de la máxima casa de estudios de Oaxaca, Francisco Martínez Neri, ocupó un lugar de honor en la mesa para dar inicio al evento y paso al escritor, Carlos Monsiváis.
Con un pantalón color café, zapatos del mismo color y una camisa blanca el escritor habló acerca de los dos personajes distinguidos esa tarde, fue cuando platicaba sobre Francisco Toledo y su libertad, su suprema generosidad y su defensa a los derechos humanos cuando su discurso se vio interrumpido por los aplausos de los presentes.
El orgullo de los oaxaqueños por su paisano se respiraba en el aire y se contagiaba a cada uno de los asistentes al evento, quienes reconocían el talento del artista plástico.
Monsiváis retomó la palabra, después de los aplausos a los que él también se unió, para finalizar su intervención diciendo que “Sergio Pitol y Francisco Toledo reivindican la labor de los creadores con su trabajo, que es su mejor diálogo”.
El anfitrión de la ceremonia anunció que era momento de continuar y que el paso siguiente era la entrega de los títulos Doctor Honoris Causa a los creadores, así entre flashes y aplausos entraron a escena Francisco Toledo, quien vestía zapatos y pantalón color café, y una camisa blanca arremangada; y Sergio Pitol, con un traje azul marino y una corbata gris.
Ahí, en las tablas del teatro les colocaron una medalla con listón azul mientras la audiencia, de pie, les aplaudía y gritaba llena de emoción. La ovación se prolongó tanto que a través del micrófono se le pidió a Toledo y a Pitol pasaran a sus asientos.
El rector Martínez Neri felicitó al artista y al escritor, y afirmó que la ceremonia fue “un justo reconocimiento a su obra”, e hizo notar que cada una de las creaciones de los autores da luz a los espectadores y lectores.
Sergio Pitol leyó un escrito suyo titulado, El arte de la novela. Con la vista cansada por la edad y señalando con el dedo el texto, explicó que recibir el doctorado en compañía de Toledo fue su mayor premio, y expresó su admiración por el pintor. En una remembranza mencionó a sus autores predilectos, la forma como empezó a escribir y su primer novela, aseguró que la literatura no sigue reglas, ni siquiera la que ella misma impone, y eso la enriquece.
Pitol hablaba mientras su público suspiraba, y jóvenes se acomodaban en los hombros de sus parejas o en sus asientos, hablaba mientras Toledo posaba para la cámara de dos niños, hablaba mientras los asistentes escuchaban en silencio, atentos y embelezados por sus ideas y por su voz pausada.
El arte de la novela finalizó y los universitarios entonaron su himno para dar por concluida la ceremonia y empezar la fiesta afuera, en la calle de Armenta y López, con los acordes de la Banda del Centro de Capacitación Mixe de Tlahuitoltepec, donde el escritor escuchaba atento de pie a la banda, mientras el artista plástico caminaba sobre la calle de Independencia respondiendo preguntas con una sonrisa en los labios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario