domingo, 11 de noviembre de 2007

LA BATALLA DE TODOS LOS SANTOS


Alejandro Guzmán

agg.wildchild@hotmail.com

EN DIAS PASADOS
El domingo 29 de octubre del 2006, dos días después del asesinato de Brad Will, reportero independiente estadounidense y debido al escándalo internacional, la PFP, por orden presidencial ocupa, no sin resistencia, la Ciudad de Oaxaca. Deshacen barricadas y acampan en diversos puntos de la ciudad. La UABJO -último bastión de resistencia de la APPO y la poblada- cuenta aun con el eficaz y último medio de comunicación confiable: la radio. Prioridad es entonces desalojarlos. Fuertes los rumores suenan a partir del lunes de esta incursión.

PROLEGOMENOS
Al fin y después de algunas falsas alarmas, el jueves 2 de noviembre, día festivo nacional, antes de las 8 de la mañana se dan las primeras escaramuzas. En el campo de fútbol, a un costado donde anteriormente estaba situada la biblioteca central de la Universidad, policías agreden a la muchachada aun de guardia. Por la radio nos enteramos y acudimos a tomar fotos. Frente al mencionado campo, sobre avenida universidad, se encuentra en firmes el primer contingente de PFP``s. Mas allá, en la gasolinera de 5 señores, la Federal de Caminos cubre su retaguardia.
En un principio, son mayoría los periodistas. Los vecinos comienzan a juntarse, las primeras cadenas humanas frente a los polis son, por supuesto, de mujeres. Algunos de los insultos:"lárguense malditos", "así fueran con los narcos", "pinches ignorantes". Uno, de ridícula estatura para su oficio, seria la comidilla de todos: "hey, trajeron a su mascota a conocer Oaxaca", "no se vale que metan niños", "a ese todavía lo viste su mama"... De chamarra azul y pasamontañas -se adivina joven-, alto y robusto -recuerda a un verdugo- y haciendo sombra con su mano -comparando su estatura con la de los receptores de sus insultos-, señala y reta: "A ver tu, a ver tu pendejo vamos a darnos en la madre", "O tu que te estas riendo pendejo", "A cualquiera de ustedes les parto la madre" ( ¿Quien hubiera ganado de enfrentársele a un guardaespaldas gorilón de un comandante que andaba por ahí unos días antes?). Llega más y mas gente. Se sabe que los vecinos de 5 señores son aguerridos, lo han demostrado en el conflicto, no así los de La Noria, fraccionamiento residencial, aunque no completamente habitado por fufu-rufus. Obligado es encontrarse a las amistades o algún amigo de tu amigo por ahí, papaloteando, gritando, apoyando. Son casi las 11 y algunos comienzan a retirarse, parece que no habrá nada, que siempre no entraran a C.U.

LA BARRICADA DE SORIANA
Aun podía vérsele en la víspera: una pipa de gas y autobuses, total oscuridad, de miedo vaya... el mismo que experimentaron a los que les toco la guardia a un costado de la barricada, en los campos. El caso es que por la mañana ya no estaban los vehículos, a saber como se los llevaron.
De cerca de la gasolinera caminamos 500 metros al otro frente. La barricada ya no es imponente. Hecha de carritos de Soriana, maderas, pupitres y clavos sujetos a superficies esféricas. El altar de muertos conserva aun frutas y pan, también algunas coca-colas listas para los gases.
Alguien grita: "Ahí vienen esos mierdas". Sobre avenida Oaxaca se acerca el convoy de vehículos suscitando, mas que la admiración, el miedo y un estupor indignante en mis conciudadanos, ya avezados a semejantes ejemplos de poder y gandallez. Muchos retrocedemos por instinto. Sin premura ellos se van formando conforme bajan de los vehículos. Algunos, vestidos de civil, comienzan a retirar los restos de la barricada de la noche anterior. De nosotros, la mayoría observamos desde el estacionamiento de la entrada de los campos hacia los 100 metros que nos separan de la barricada...
¡Pfum! ¡Pfum! ¡Pfum!
A lo que, en nuestros rostros, gases.
Una vez tras otra van cayendo los cilindros y de la misma forma son regresados a la dirección en que fueron lanzados. O bien, a los costados de la avenida. El helicóptero apoya este primer ataque. Pero el viento esta contra ellos. Aquí y allá hay personas ofreciendo cubre-bocas, cocas y vinagre a los primeros intoxicados, pocos para la cantidad de gases lanzados, aunque uno que otro ya vomita. Arden los ojos y la garganta.
(Un día después de la entrada de la PFP y debido a los enfrentamientos y el uso de tóxicos en el agua que arrojaban las tanquetas, Medina Mora, Secretario de Seguridad Publica, declaro, con infortunio, algo así como que "...poseen una sustancia que inhibe la agresividad de los manifestantes". (¡!)

GRANADAS DE FRAGMENTACION
En latas de refresco además de la gasolina se añaden clavos y tachuelas, encienden la mecha y ¡pacatelas! dañinas fueron. Las llevaron a la línea de combate en 2 cajas de huevo, de 50 a 90 eran quizás. Un tanque de gas con la mecha encendida inhibe el avance de los polis. Nuestra tropa de elite (¿Nuestra?), de grandes cojones, avientan las bombas de cuatro en cuatro, vaya, tan desordenados no estuvieron, al parecer leyeron sus manuales guerrilleros, que asesoría eperrista ni que la chingada: do it yourself, lema y causa punk. Los primeros heridos tienen que ser llevados en camillas o a hombros de sus compañeros por los metales incrustados en sus piernas. Decía Aristóteles (¿o Arriano?) que la capacidad de indignación es indispensable a la virtud. Lo recuerdo en tal momento y empiezo a recoger piedras. Por supuesto que no existe virtuosismo alguno en aventar piedras, pero entiendan ustedes la emoción del distante instante. Basto un grito anónimo de "Resistan compañeros", seguido de otros parecidos, para que un idéntico movimiento cundiera en los demás. Ya estrellan las rocas grandes en el asfalto intentando multiplicarlas, ya las colocan en carritos del super, ya los llevan al frente. Poco a poco avanzan y se van concentrando en la barricada. Del interior de C.U traen más carritos con piedras. El Dani –o como se llame- porta su bazuka con orgullo: se ha convertido en experto artillero. Quizás su corta edad le impida conocer el fondo de las cosas, ese fondo que muchos adultos creen conocer al juzgan el movimiento en grado proporcional en que ven afectados sus propios -y respetables, al fin y al cabo- intereses (¿Y el prójimo?). Quien sabe. Who cares? El valor del Dani nos da valor a los tibios. Otrora niño de la calle, ha encontrado un remedio en el movimiento a su abominable no-tener-nada-que-hacer, como tantos otros; o como tantos mas no lo han -hemos- hallado en ningún lugar. Los fotógrafos lo siguen, docenas de fotos le tomaron, le impiden desenvolverse a sus anchas, le estorban. Los cohetones de otro bazukero cercano a mi no atinan en su blanco, se desvían para cualquier lado, menos hacia el frente.Otro puberto, en cambio, maneja con presteza su resortera y nos grita: "Péguenles de frente, avienten las piedras directo". Pero si le hago caso, le pegaría en la tatema al valedor de enfrente. Se estrenan dos escudos de madera, de casi dos metros de largo y 50 centímetros de ancho, con una mirilla. Uno lo porta Drácula, que, vestido en anarquía, siempre esta en primera línea. Los provoca. Y cuando le llueven las pedradas, se esconde y observa por el agujero. La madera resiste. Todos resisten. Algunos llevan radios portátiles y desde ahí, se alienta a no dar un paso atrás. Niños y señoras traen más piedras de los campos.

LES ECHAMOS MONTON
Es día de descanso, las canchas están llenas. Se unen los que practican futbol y basquet. Ya somos mas: los de la APPO, los vecinos, los curiosos, los punks, los maestros y sus hijos, los universitarios que defienden a su alma mater, los que les agrada la violencia y además odian a los uniformados, capitalinos y extranjeros, los yonquis sin remedio... Ahora si, todos los hombres nos acercamos hacia el frente. Impresionante es el ruido de los proyectiles que castiga los escudos de los polis (¿De donde salio tanta piedra?). No hay tregua y retroceden. Se observan varios caídos, siniestrados en sus molleras. Rechazados por una multitud constituida de cualquier manera. Un pequeño e improvisado ejército popular. A los que no estuvieron y no escucharon los gritos, les refiero algunos: "Oaxaca no es Atenco", "Les pusimos en su madre pendejos", "No se vayan, ¿Ya se cansaron?" "Viva la APPO", "VIVA OAXACA", sobre todo, este ultimo. Como sea, mas fácil de imaginar que de describir esa inenarrable alegría. Es ya Historia: son nuestras pasiones. Un único momento en el que fuimos más fuertes que ellos.

PATITAS PARA QUE LAS QUIERO
Pero como en esas películas en las que, sobre la mesa, hay una un plato con forma de campana que esconde el platillo principal, para ser devorado en el momento justo, así aparecieron las tanquetas y aquello degenero en estampida: todos pies en polvorosa. Se aventaban zig-zagueantes sobre la palomilla, hacían sonar sus trompetas, aventaban agua amarilla (si, de la mismita deshinbidora de bajas pasiones). Bastantes se replegaron a C.U: hasta ahí llegaron los uniformados aventando gases, pero no pudieron entrar. Otros corrieron para 5 señores, escenario de otra batalla. Muchos más a las calles aledañas de la Noria. Poco o nada sabíamos los unos de los otros. Mientras huía en dirección a avenida Oaxaca, cerca de Chedraui, una anciana se asoma temerosa por la puerta de su hogar y con la mano extendida, obsequióme una botella de vinagre. Al parecer prescindió del vinagre de su despensa, porque ya estaba a la mitad. O quizás era una mujer adulta combativa, una de tantas que dieron ejemplos de valor. ¿Como enredarse en raciocinios acerca de la conveniencia del movimiento si tales muestras de apoyo conmueven, aun en ese dia todo confusión? En todo caso, hubiera preferido una coca, porque la sed era harta. Ya en Chedraui, una tanqueta impedía el paso con dirección al periférico, hubo escaramuza, incluso un insensato quiso romper la puerta de ese negocio, cosa que le impidieron gritos obligándole a comportarse. En mi memoria quedaran las casas, en ese fraccionamiento, en las que sus habitantes aplaudían y celebraban, ya en sus azoteas, ya en sus banquetas, la pertinente represión a todos los rebeldes.

PIRRICA VICTORIA
A unos lentos los apañaron en la Chevrolet. Ahí frente a Romasa hubo otro feroz enfrentamiento, simultaneo al de 5 señores. Pues se dio el caso que en Zaachila, pueblo resistente donde lo haya, salieron varios camiones con dirección a C.U. Se toparon en el periférico, a la altura mencionada, con otro contingente de la PFP. Fue después de la retirada en C.U. O sea que a este contingente le cubría la retaguardia otro en Chedraui, cosa que los que estacamos ahí ignorábamos. Al final les dieron vuelta. Y avanzaron hacia 5 señores. Aquí, incendiaron brevemente dos tanquetas, una se atoro justo frente al puesto de revistas con el camión de choferes del sur que hacia de barricada, lo cual aprovecho la pandilla para surtirlo de bombas molotov. La otra tanqueta, que se dirigía a
la radio, también fue detenida y levemente levanto llamas.
Festejamos en el crucero de 5 señores, tras varias horas de enfrentamientos, con Flavio Sosa sonriente -dicen que nunca estuvo en el frente, -al menos yo no vi su inconfundible cuerpo donde estuve-, celebrando las batallas. Se entono un "goya" creo que por primera vez. Seria más exacto decir, sin embargo, lo pírrica que fue la victoria. El 25 de noviembre fue un desquite total, de ellos.
El cuerpo adolorido al día siguiente delataba a los participantes.

sábado, 13 de octubre de 2007

Amanecer en el Zócalo

Sandra Liliana Ramírez Barrera
sandrali31@hotmail.com


Amanecer en el Zócalo
Los 50 días que confrontaron a México
Elena Poniatowska
2007
Editorial Planeta
395 pp.

Como una ciudad dentro de una ciudad, es una de las maneras en que Elena Poniatowska define a uno de los movimientos con mayor trascendencia en la política mexicana, que se sintetiza en la figura de Andrés Manuel López Obrador, ex candidato a la presidencia de México.

En Amanecer en el Zócalo, Poniatowska ofrece a los lectores un paseo por las entrañas de los campamentos levantados por los simpatizantes de AMLO, desplegados en la avenida Paseo de la Reforma y el corazón del país, la Plaza de la Constitución, durante el 2006.

Historias que se funden en la gran urbe, cimentadas en hombres y mujeres que representan mayoritariamente a la clase obrera y campesina mexicana, son recopiladas por la narradora quien, a manera de diario, extrae de los fugitivos labios del tiempo las frases de alegría y apoyo al Peje.

Con un lenguaje coloquial y sencillo la escritora, varias veces galardonada por sus producciones literarias, describe el momento histórico sin discriminar a sus protagonistas: desde la humilde vendedora de tamales, la mexiquense doña Herminia que se emociona por un beso de López Obrador, las pejeviejitas Luchita y Anastacia, hasta los más “altos” políticos involucrados en la contienda electoral, que incluyen a personajes como el “innombrable” y la “chachalaca”.

La crónica de los 48 días de plantón es apoyada por notas informativas, columnas de opinión y entrevistas publicadas en los periódicos nacionales e internacionales, la mayor parte desfavorables para el movimiento al subrayar, de manera enfática, el rechazo al paralizar dos de las vías más importantes de la ciudad de los Palacios a favor de un movimiento político, a lo que la misma Poniatowska se suma, reflexionando para sí: “Me preocupa mucho su enojo pero como ya van veinte veces que lo digo, no tiene caso repetirlo”.

En Amanecer en el Zócalo la autora de obras como La noche de Tlatelolco (1971), Nada, nadie, las voces del temblor (1988) y la recién ganadora del Premio internacional Rómulo Gallegos El tren pasa primero (2006) se incluye en el desarrollo de esta historia, tanto en su papel de cronista como en el de participante activa del movimiento, subrayando el hecho de que es el mismo López Obrador quien, con una frase directa, de nueva cuenta le pide su ayuda, anteriormente dada por Elena a raíz del desafuero en contra del tabasqueño: “Quiero que seas mi asesora, hagas propuestas y te entrevistes con el mundo de la literatura, del arte y de la ciencia para hacer un proyecto de cultura”.

Confesando su debilidad para negarse la autora, titubeante, ingresa al polémico movimiento político, al que se suma además Jesusa Rodríguez, actriz y principal activista en el plantón, a quien Elena conoce desde hace 26 años y que califica como la “sacerdotisa” del megaplantón: abierta, aferrada e irreverente, una mujer que gusta de los huipiles y de portar orgullosa su casco de minero.

De esta manera tenemos a la escritora entusiasmada al tener contacto con las miles de almas anónimas hacinadas en los campamentos, donde lejos de apropiarse de los templetes y protagonismos, disfruta paseando puerilmente entre edredones, tiendas de campaña y cocinas improvisadas, preguntando y curioseando dentro de un ambiente que transforma al frenesí citadino diario, en un espacio que es descrito por Elenita como un mundo de convivencia, solidaridad y organización.

A pesar suyo la periodista también integra en la crónica las incomodidades que representa el vivir a cielo raso, guareciéndose bajo el techo de una tienda de campaña ante una fuerte granizada, o bien utilizando los servicios sanitarios improvisados, a los que arrepentida de usar, resume bajo la frase: Ví y olí y salí espantada de la miseria humana.

Con sus 74 años y una impresionante trayectoria literaria bajo el brazo, la novelista lee, analiza y asocia el origen del megaplantón a un contexto histórico de corto plazo que converge en AMLO, desde la demanda generada por el predio El Encino, su desafuero y el proceso electoral, pero sin detenerse en sus pormenores.

A la vez que transcurre el megaplantón, la curiosa Poniatowska mantiene un diálogo abierto consigo misma, preguntándose en ocasiones su afán de adherencia al movimiento con frases como ya quiero que se acabe, ya quiero estar en mi casa escribe y escribe la novela. Plasma sus dudas, traslada su opinión al papel, su pensamiento al bloqueo, el cual rechaza pero que a la vez magnifica en razón de su protagonista.

Se trata de una narración que reposa en la esencia de una corriente social originada en una conciencia opuesta a los intereses establecidos por las instituciones de la derecha. Es la crónica del movimiento que, lejos de mantenerse en una esencia blanda, logra adueñarse de la historia del 2006 en dos meses, repercutiendo positiva o negativamente en afiliados y ajenos a la lucha por el poder, contextualizada en la agonía del “sexenio del cambio”.

Los últimos dos días que abarca el diario están dedicados al nombramiento de López Obrador como “presidente legítimo” y al levantamiento del plantón después del veredicto del TRIFE en contra del perredista, con lo que quedó atrás el espacio que fue ocupado por gente soñadora que creía en un ideal inspirado en un solo personaje: AMLO.


domingo, 7 de octubre de 2007

Porter descubrió la paciencia oaxaqueña



Andrea León Martínez
andreakleon@hotmail.com


Porter descubrió la paciencia oaxaqueña
Andrea León


Caos. Es la palabra que describe la noche en la que “Porter” visitó Oaxaca. La cita en La Curtiduría era a las siete de la noche, sin embargo a las diez y media las puertas del lugar aún estaban cerradas. Cuatro horas de espera.

Los adolescentes mantenían la paciencia mientras los organizadores se paseaban de un lado a otro sin hacer nada. Una torreta giraba destellando luces rojas y azules iluminando la calle empedrada en donde había dos filas, una de mujeres del lado izquierdo, y una de hombres del lado derecho quienes al ver arrancar la patrulla gritaron: ¡putos!

El vehículo oficial se detuvo de forma desafiante y el silencio se apropió de la situación, sólo una jovencita tuvo valor y gritó: ¡analfabetas!, los policías la miraron con desprecio para después perderse al final de la calle.

La desorganización de los encargados del evento fue evidente, el humo del cigarro marcó la espera, hasta que una puerta se abrió y poco a poco fueron entrando los chicos que inmediatamente abarrotaron la primera fila del escenario, los baños y el bar improvisado, en donde cuatro manos fueron insuficientes para cobrar, destapar y servir cervezas.

El ritmo surf de “Los Discípulos” evocó un momento playero y de lucha libre, ya que los músicos con máscaras de luchadores ocuparon el escenario. ¡Porter! Exigían los presentes y tenían derecho después de las cuatro horas perdidas, pero los chicos se portaron bien y escucharon a los luchadores músicos, quienes dieron paso a “Red gloss”, las dos, bandas oaxaqueñas.

Más tiempo de espera, los encargados del sonido subían y bajaban del escenario, los vasos de plástico se escuchaban tronar en el piso al ser aplastados, no hubo tregua, covers de fondo, los chicos cantaban a “Queen”, sin Freddie Mercury en la voz, otros se tiraban al suelo a descansar las piernas, a fumarse un cigarro, a pedirles a sus papás que los dejaran quedarse un rato más.

“Ellis Paprika” subió al escenario. Su comandante saludó al público con un gesto militar vistiendo una playera de Mickey Mouse, sus movimientos de niña bien contrastaban con la potencia de su voz que explotó cuando sucedió el primer accidente de la noche, el micrófono se desconectó, la cantante se quedó con el armatoste en la mano mientras el cable danzaba a su propio ritmo en el piso.

Eso sucedió cuatro veces más hasta que con cinta de aislar roja, del mismo color del listón que usaba ella en la cabeza a manera de indio, unieron el aparato para que el concierto pudiera terminar en paz.

“No vamos a cancelar porque venimos de Guadalajara a roquear”, dijo con paciencia la líder en una atmósfera que fue tensa hasta el momento en el que cantó “No puedo”, el lugar se estremeció por la energía emanada por todos los presentes, y es que los chavos sabían la canción, en el rostro de la cantante se dibujó una sonrisa de incredulidad que la llevó hasta las lágrimas. Gracias, dijo al finalizar, y gritó: ¡los queremos mucho!

Y sí, “Ellis Paprika” quiso a Oaxaca hasta caer, hasta que ella cayó después de un orgasmo que sólo la música puede provocar. Así finalizó la presentación de la banda que se disculpó por las fallas técnicas, que todos sabían estaban fuera de su alcance.

Los covers llenaron una vez más el espacio. La cantante de “Ellis Paprika” salió a firmar autógrafos; la espera se hacía eterna porque ahora sí, era el turno de “Porter”.

Ellis Paprika, nombre de la cantante y de la banda, prometió volver mientras se tomaba fotos y firmaba playeras y demos, incluso consideró la posibilidad de presentar en Oaxaca su próxima producción, porque ellos volverán cuantas vences los inviten “el sonido estuvo de la chingada, pero nosotros volvemos por ellos, porque nosotros tenemos sueños que ellos hacen posibles”, puntualizó señalando al enjambre de jóvenes que la rodeaba.

Los minutos pasaron y a la una y media de la mañana una valla humana empezó a formarse cerca de la puerta de los camerinos, el intento de los integrantes de “Porter” por pasar inadvertidos usando grandes sudaderas y gorros que les cubrían el rostro fue insuficiente, pues los asistentes se dejaron ir sobre ellos, quienes rápidamente subieron al escenario esquivando las decenas de manos que los querían tocar.

Un guitarrazo dio inicio al concierto, la voz gótica tergiversada del cantante hacía eco en los presentes. El público sabía todas las canciones.

Juan Carlos, el “Muzzgo”, sonreía y tomaba agua entre canción y canción, no tenía nada que decir y no dijo nada, su playera psicodélica en colores amarillos y verdes contrastaba con su saco de marino y su voz tímida se perdía entre el ruido del lugar, sólo se hacía escuchar cuando cantaba. Los celulares y cámaras fotográficas fueron velas de un altar que los oaxaqueños asistentes levantaron al grupo oriundo de Guadalajara, que estuvo “nomás” por una noche.

“¡Me estoy volviendo loco, loco, loco!” fue el fondo musical para un chico que se lanzó del escenario para volar sobre los fans, y que en el trayecto perdió el zapato, la euforia fue la dueña del momento, los jóvenes enloquecieron, brincaron y gritaron, fueron felices.

El “Muzzgo” anunció el final y lo cumplió, ni los gritos de ¡Porter! ni de ¡otra! hicieron que los músicos volvieran, al ver que su petición no sería cumplida los chicos se dispersaron y una joven subió al escenario para llevar de recuerdo la botella de agua de la que tomó el cantante de “Porter”.

Con sonrisas de satisfacción y decenas de fotografías en cámaras y celulares los jóvenes terminaron una noche de espera, que en su gusto, valió la pena, a pesar del mal sonido y la falta de respeto por parte de los organizadores.



jueves, 4 de octubre de 2007

El juego de espejos

Sulma E. Perzabal
sulmaperzabal@yahoo.com.mx


El juego de espejos

TÍTULO: Foe.
AUTOR: J.M. Coetzee.
EDITORIAL: Grupo Random House Mondadori, S.A. de C.V.
1ª. Edición en español: 2006.
Traducción de Alejandro García reyes
No. De págs. 157

La frase de Enrique de Hériz, “Un intenso debate en torno a la identidad que convierte al ser humano en materia de reescritura permanente” encierra el sentido y significado de la novela Foe del escritor sudafricano J. M. Coetzee, galardonado con el premio Nobel de literatura en el 2003.

Foe es la historia de una mujer inglesa llamada Susan Barton, que en búsqueda de su hija viaja a Bahía, una isla de Brasil donde permanece dos años, sin encuéntrala. Decide embarcarse de regreso a Londres con una tripulación que se amotina contra su capitán, al que matan. A Susan los marinos la abandonan en un bote a la deriva. La mujer logra llegar a una isla, la isla de Cruso y su criado Viernes quien no tiene lengua y como consecuencia no llega a acceder al privilegio del habla y todo lo que esto significa, comunicándose él con Susan y Cruso a través del lenguaje corporal, siendo éste un puente de interacción entre estos dos seres civilizados y el joven primitivo.

El tiempo y la soledad juegan un papel fundamental en la historia como lo expresa Susan quien también es la narradora, cuando pregunta a Cruso por las circunstancias que lo llevaron a la isla: “El paso de los años como el aislamiento habían cobrado su tributo a la memoria, y ya no se sabía a ciencia cierta dónde acababa la verdad y dónde empezaba la fantasía”. Después de un tiempo en la isla, llega una embarcación y los rescata a los tres, pero Cruso fallece en el camino. Viernes se convierte en el motivo de atención de Susan, quien se preocupa y especula sobre su origen y personalidad.

La náufraga al llegar a Londres pretende ahora contar su historia en la isla, para lo cual se contacta con un escritor, Foe, con quien debate la forma en que se escribirá su novela. Tanto usted como yo sabemos dice Foe a Susan, “Aunque nuestra experiencia sea distinta, hasta qué punto el escribir no es sino una mera divagación, créame si le digo que en mi vida de escritor a menudo me he visto perdido en el laberinto de la duda, el narrador ha de adivinar qué episodios de la historia prometen aportar algo al conjunto, extraer sus significados ocultos o ir trenzándolos como se cruza una cuerda”. El diálogo entre Susan y Foe nos ilustra sobre la dificultad técnica literaria que un autor debe superar para contar de forma escrita una historia real.

En las vivencias de los personajes, al relatarlas Susan, transforma sus identidades y les otorga un sentido a sus vidas al ser reconocidas por la novela. La obra es una reescritura de un clásico de la literatura universal, “Robinson Crusoe”, de Daniel de Foe, escrita en 1719. Coetzee crea una nueva versión con los mismos personajes (Cruso y Viernes) y renovándola con nuevos personajes (Susan Barton y Foe).

Algo interesante es cómo maneja Coetzee el naufragio en la historia, abordando en los personajes el miedo a la soledad, la esperanza de volver a la civilización, la sobrevivencia y la desigualdad social: “Si la providencia tuviera que velar por todos nosotros, ¿quién quedaría para recolectar el algodón y cortar la caña de azúcar? Para que prosperen los negocios del mundo, la providencia ha de velar unas veces y dormir otras, como hacen las criaturas inferiores…”

Leer Foe es una forma de mirar “la libertad”, el deseo de ver a los seres queridos después de una larga ausencia y sufrimiento, tal vez pensar más en la vida que en la muerte, ya que la existencia de Susan, Cruso y Viernes en la isla era como estar en una prisión, no de paredes y rejas sino de pensamiento con el imperativo de vivir con uno mismo y los demás: “Todos debemos cultivar una cierta ignorancia, una cierta ceguera, o la vida en sociedad se haría intolerable”.

martes, 2 de octubre de 2007

Mi vida es mi mensaje

Reseña bibliográfica

Mi vida es mi mensaje
Escritos sobre Dios, la verdad y la no violencia

John Dear
Sal Terrea, Maliaño, España, 2003
Juan Antonio Canseco Vásquez
mazunteco@gmail.com

Poco antes de ser asesinado, pidieron a Mahatma Gandhi que resumiera su mensaje para el mundo: “Mi vida es mi mensaje”, fue su respuesta. En esta obra, el sacerdote John Dear intenta develarnos el legado gandhiano, a través de una narración ágil de algunos de los eventos y anécdotas más significativos en la vida de este maestro espiritual y líder político, que trasformó al mundo con la no violencia.

Para la realización de este libro su autor hizo una extensa revisión bibliográfica que incluye más de 43 mil páginas de cartas, discursos, ensayos, telegramas, artículos y libros de Gandhi. Dear logra equilibrar su trabajo cubriendo no solo aspectos biográficos, sino discusiones sobre temas fundamentales en la filosofía de este singular líder social, como la búsqueda de Dios, la búsqueda de la Verdad, la práctica de la no violencia, la fuerza de la oración y el ayuno, entre otros temas.

El dos de octubre de 1869 nace Mahatma Gandhi en el sur de la India. Contrae nupcias a la edad de 13 años en un matrimonio arreglado y unos años después se traslada a Londres para estudiar Derecho, profesion que junto con el periodismo convergerían en sus luchas sociales a lo largo de su vida hasta su trágico asesinato por un fanático hindú el 30 de enero de 1948.

Pero, ¿quién fue este gran hombre que conmocionó al mundo entero con la práctica moderna de la no violencia como un método práctico y efectivo de justicia social? El sacerdote jesuita intenta respondernos esta pregunta en este libro, y además va un poco más lejos, pues logra actualizar y redimensionar la urgente necesidad de la no violencia como el único camino hacia la verdad.

El legado de Gandhi -nos dice el autor-, incluye la lucha contra el racismo en Sudáfrica, el movimiento de la independencia en la India y un camino pionero de dialogo interreligioso, pero también incluye la primera aplicación generalizada del “satyagraha” que en sánscrito significa “fuerza de la verdad” como la herramienta más poderosa para luchar por el cambio social positivo.

Una de las anécdotas más importantes que ilustra la filosofía que el apóstol de la no violencia nos trasmitió con su vida, y que seria su experiencia mas significativa según sus propias palabras, tiene lugar en los primeros días del arribo de Gandhi en Sudáfrica, y al disponerse a tomar un asiento de primera clase en un tren, un revisor de boletos lo mandó al vagón de tercera clase por su color de piel. Al oponerse a tal petición por considerarla totalmente injusta, Gandhi fue expulsado violentamente del tren, siendo abandonado de noche en un fría estación alpina en pleno invierno. La no violencia activa había nacido.

Dear plantea tres conceptos centrales en la vida y obra de uno de los hombres mas célebres del siglo XX: Dios, la Verdad y la no violencia. Nos dice que en su búsqueda de Dios, Gandhi llegó a la conclusión no de que Dios es la Verdad, sino que la Verdad es Dios. Con esta comprensión espiritual, se dedicó a buscarla en todas las facetas de su vida y en el mundo, entendiendo que el único camino era el de la no violencia.

La genialidad de Gandhi estuvo no solo en su búsqueda espiritual de Dios como la Verdad, -nos dice Dear- sino en su aplicación social y política, y así lo demuestran la luchas que encabezó y que desafiaron radicalmente al sistema de su tiempo, como la igualdad racial en Sudáfrica, la lucha por la independencia de la India, la abolición de prácticas religiosas milenarias excluyentes como la de la casta social mas baja o de los “intocables” en el hinduismo, o la lucha por el desarme nuclear.

La no violencia, o satyagraha se constituyó en la única fuerza de liberación en la lucha Gandhiana. Sin embargo, el autor nos ayuda a desmitificar la idea de que la no violencia es una forma inofensiva de compasión, de cobardía o sometimiento, nada más lejos: “Quienes se ponen a temblar o salen corriendo en el momento en que ven a dos personas peleándose –nos dice Gandhi-, no son no violentos, son cobardes. La personas no violentas ofrecerán su vida para impedir tales peleas”

La no violencia, que no es resistencia pasiva, se revela entonces como un método que además de exigir determinación, valor, coraje y estrategia, no está exento de sufrimiento y sacrificio voluntario, y la prueba de ello son los seis años de encarcelamientos que Gandhi padeció, sus ayunos casi hasta la muerte, y en general sus propuestas de la no colaboración con el opresor y la desobediencia civil.

Gandhi, nos dice Dear, llegó a la asombrosa conclusión de que el verdadero camino a la felicidad consiste en ir a la cárcel y padecer en ella torturas y privaciones por el bien propio, del país o la religión, que el verdadero interés personal consiste en el bien de todos, lo cual significa que tenemos que sufrir y morir por otros. Así mismo que someterse a leyes injustas es un pecado, y que la no colaboración con el mal es un deber tan importante como la colaboración con el bien

El satyagraha plantea que si hay un suficiente número de hombres y mujeres que están dispuestos sin ningún rastro de violencia a luchar contra los explotadores, los tiranos y los dictadores, a entregar sus vidas antes que doblar las rodillas, habrán mostrado el camino hacia la libertad, la justicia y el fin la violencia como método de lucha: “vencer o morir sin matar ni hacer daño”

En ese sentido, Gandhi considera que si todas las personas hicieran un voto de resistencia no violenta a leyes injustas y permaneciaran fieles a su promesa y a Dios, aunque fueran arrestadas, encarceladas, torturadas y asesinadas, al final, ganarían la batalla.

En conclusión, en este libro podemos conocer la historia de un santo entregado a la lucha política y de un revolucionario entregado a la espiritualidad y a la oración. Además, los fundamentos de la no violencia, que se plantea como la única vía de transformación radical de la sociedad “los medios son el fin”, sin matar ni dañar a nadie, al mismo tiempo se revela como la fuerza más poderosa del mundo y el camino mas humano en la búsqueda por la justicia, la paz y la verdad.

domingo, 30 de septiembre de 2007

Naturaleza y aventura lejos del asfalto de la ciudad

Sandra Liliana Ramírez Barrera
sandrali31@hotmail.com


Naturaleza y aventura lejos del asfalto de la ciudad

Sandra Liliana Ramírez Barrera

En el mundo de la madera fresca y el musgo mullido, un viento suave sacude las hojas de los pinos, mientras el ambiente se inunda por una sinfonía de trinos fundidos en un eco alegre, que gradualmente baja de intensidad, perdiéndose entre los abundantes árboles rebosantes de vida.

Este retrato de naturaleza, trasladado a la ciudad de Oaxaca por la primera feria de ecoturismo, es recreado por varios expositores que invitan a las personas que recorren el parque El Llano, a acudir a expediciones en varios pueblos localizados en la Sierra Sur, la Costa y la cuenca del Papaloapan.

Las negras nubes que cubren el cielo no representan impedimento para las personas allí reunidas quienes, lejos de intimidarse ante un probable aguacero, se dejan llevar por las escenas de los grandes carteles desplegados en cada una de las mamparas blancas de cada expositor. En ellos se muestran múltiples fotografías de áreas boscosas, alegres recorridos a caballo, ciclismo de montaña y apetitosa gastronomía que llama la atención de los varones principalmente.

Manteles de colores claros y chillantes que descansan en mesas de plástico albergan frutas, verduras orgánicas, setas, frascos de conservas y plantas de climas fríos. Entre olores, colores y frases en zapoteco los expositores, miembros de los comités de turismo de los pueblos allí reunidos, muestran orgullosos los recursos naturales de sus lugares de origen.

En esos momentos, el ambiente dominguero en el Llano es de esparcimiento. Niños jugueteando y riendo, jóvenes parejas haciéndose reiteradas promesas de acudir a los sitios ofertados, y uno que otro padre de familia reprendiendo enérgicamente a sus aventureros hijos que, alentados por el ecoturismo, osan soltar la mano de sus progenitores para ir explorar más allá de lo que se presenta a sus inquietos ojos.

Entre dos gruesos árboles de espeso follaje está atada una cuerda floja suspendida a 30 centímetros del piso y, arriba de ésta, hay habilitada otra más, que sirve como guía para sostenerse con las manos y evitar una caída. Varios niños pelean para subirse a este reto de montaña, sin embargo una joven atlética ataviada con un paliacate en la cabeza pone fin a la trifulca infantil.

Después de formarlos a un lado de este escenario, les da instrucciones sobre cómo subir a la cuerda, utilizada frecuentemente en deportes extremos de montaña. Primero coloca un pie en la cuerda baja y, acto seguido, toma la reata superior con una mano, para después subir ambos pies, cual si fuera una malabarista de circo.

Guardando el equilibrio, camina sobre la tiesa soga, que protesta bajo sus pies con un chirrido que se extiende hasta las ataduras en los árboles y, minutos después, baja tranquilamente en el extremo contrario de la cuerda.

Esta demostración hace que los niños, envalentonados por la aparente sencillez del acto, inicien de nueva cuenta la riña por un turno que, a los primeros intentos, ocasiona trastabilleos y risas.

De pronto el ambiente se inunda con las notas del bolero Amor traicionero ejecutadas por la banda de música de San Pedro Nexicho quienes, sentados en círculo, pasean sus morenos dedos en los fríos instrumentos musicales, a la vez que dirigen tímidas y furtivas miradas a los allí presentes.

A un lado de este compacto círculo musical hay dos hileras de sillas plegables que están vacías. Invitados por los recuerdos de la “edad de oro” de la melodía, algunos adultos mayores se dirigen despacio a las improvisadas butacas, dejando escapar algunos roncos suspiros de nostalgia y cansancio.

Detrás de ellos se yergue una monumental fuente que, cuando abandona sus gotas al suave viento que se deja sentir por instantes, moja a diestra y siniestra a aquellos que osan sentarse en su círculo esculpido en piedra gris.

Mientras tanto los espacios destinados a la exposición de los paquetes de ecoturismo se ven abordados por un grupo de turistas extranjeros, que muestran interés a las ofertas de recreo y esparcimiento de la feria. Algunos de ellos se detienen a mirar con detenimiento una pequeña exposición de plantas oriundas de Ixtepeji, que cuentan con una ficha que describe su nombre científico y su hábitat.

Videos, botones, gorras, figuras de madera, playeras estampadas con diseños alusivos a la feria y equipo de campismo son algunos de los artículos que se venden a la concurrencia, que a ratos aumenta o disminuye.

Una mujer morena vestida con una blusa bordada en diseños geométricos, muestra a algunos curiosos varios envases de plástico que contienen pomadas y líquidos que, a decir de la expositora, están elaborados con plantas medicinales. Uno a uno de los frascos de muestra, que descansan sobre rebozos y servilletas bordadas a mano, son capturados por sus rollizos dedos para, acto seguido, extenderlos a la pequeña audiencia congregada, que no pierde detalle de la letanía de la fémina.

Al extremo contrario del parque se distingue una carpa blanca en cuyo interior se está efectuando una conferencia relacionada con el “Día Internacional de la Alfabetización“. En ese lugar la atmósfera es de completa solemnidad y compostura, que contrasta con la fiesta que se vive en la feria de ecoturismo.


sábado, 29 de septiembre de 2007

La guerra de los mundos: los cierres de campañas políticas

Sandra Liliana Ramírez Barrera
sandrali31@hotmail.com


La guerra de los mundos: los cierres de campañas políticas

Los voraces rayos del sol castigaban a todo aquel que osara caminar en descubierto por la empinada calle principal de Etla, sin misericordia, taladrando impunemente ropa y piel, ocasionando con ello, además del brote de sudor cual si fuera una fuente porfiriana, un escozor que recordaba el molesto piquete de un mosquito.

A la par que aumentaba la temperatura climática, el ambiente político cobraba vida en el lugar con la alegre melodía que dejaba escapar una vieja bocina de sonido instalada en el toldo de una camioneta “Explorer” nuevecita, tapizada por todos lados de propaganda política del partido conocido como “el del sol”, y que era guiada por una mujer delgada que no aparentaba más de 20 años.

La camioneta se detuvo frente a una de las puertas del mercado, abarrotado en esos momentos por múltiples compradores que acuden cada miércoles al “día de plaza”. Sin previa advertencia, el aparato de sonido suspendió las notas de la popular canción, ahogándolas dentro del mar de perplejidad de escasos seguidores que prestaban atención, y que incluso algunos de ellos estaban tarareando.

“A todas las personas se les invita al cierre de campaña del candidato fulanito por el distrito I y II…” dejó escapar la bocina motorizada, que amenazaba con caerse del patas de hule en cualquier momento.

Algunos etlecos se acercaron al vehículo, esperanzados en obtener un buen regalo de parte del Sol azteca: los hombres, cubriéndose el rostro con sus sombreros de palma para evitar el pertinaz astro rey, mientras que las féminas jalaban con mayor ímpetu el centro de sus rebozos para usarlo como parasol, como dirían los “catrines”.

Al interior del mercado el ambiente era de gran movimiento: los estrechos pasillos obligaban a los allí presentes a caminar despacito, uniendo hombro con hombro… y codazo con codazo. Las bolsas de mandado con leyendas de “carnicería lupita” o “quesería etleca” eran constantemente abiertas por sus dueños para arrojar en su interior el botín del día: arroz rojo, tamales, chicharrón crujiente, nopalitos de “lengüita” cocidos, sin olvidar las célebres habas molidas que son despachadas aún en hojas de hierba santa, “como así lo hacían nuestros antepasados”, explicó una regordeta marchante a un curioso turista que se había acercado a uno de esos puestos.

Esta curiosa escena fue interrumpida, junto con el hormigueo de gente que se movía con dificultad entre los puestos improvisados, por una mujer de rasgos finos y cabello negro rizado vestida con una playera amarilla.

Como si se tratara de Moisés sosteniendo los 10 mandamientos, la fémina apretujaba contra sus senos un paquete de hojas impresas con las promesas de campaña del partido amarillo, cada una de ellas acompañadas por un bolígrafo asegurado con la tapita. Con el brazo derecho, y con una amplia sonrisa que dejaban ver una dentadura muy bien cuidada, extendía el artículo a todas las marchantas que tenían su puesto tendido en el suelo, invitándolas al cierre de campaña del candidato de su partido.

Minutos después en la zona contraria del mercado, esto es en lo alto de una escalera de cantera verde castigada por los pies de los siglos, se instaló una comitiva perteneciente al llamado partido oficial en Oaxaca. Sus integrantes, vestidos de pies a cabeza con prendas de color blanco, dan inicio a la batalla para sumar adeptos, ofreciendo a los etlecos bolsas de mandado impresas con los característicos colores verde, blanco y rojo que están encerrados en un círculo.

Usando sus codos como arma letal 007, una mujer rechoncha con largas trenzas y amplia falda con vistosos colores, se abrió paso entre la naciente multitud que empezaba a congregarse alrededor de los “hombres de blanco”, alargando el brazo con desesperación y gritando reiteradamente: “aquí, aquí”.

El centro de atención de la multitud se volcó hacia la candidata a la diputación de ese distrito quien, con un gesto alegre, se sumó a la repartición de dichos artículos, tendiendo de vez en cuando su blanca y manicurada mano a los felices etlecos, contrastando notoriamente con la piel curtida por el sol y el trabajo.

El ostentoso artículo causó el efecto deseado, ya que solo bastaron unos cuantos segundos para que la mayor parte de la gente se dirigiera rápidamente a este punto en auténtica estampida.

Un hombre que estaba en medio de los dos frentes de batalla partidista, giró sobre sus talones para echar un vistazo a la mujer de la playera amarilla, que ya había terminado con su tarea, y que en esos momentos se disponía a abandonar el interior del mercado. Al ver esta acción, el hombre prestó atención al tentador llamado de las bolsas de mercado, abandonando al aire cargado de efervescencia política, la frase “chingao, ya me quedé sin nada”.

Afuera del mercado se escucharon nuevamente las notas de una melodía comercial adaptada para la propaganda política de los “amarillos“ . La camioneta Explorer inició su marcha, voceando nuevamente la invitación al cierre de campaña, que iba perdiéndose a lo lejos a medida que el vehículo abandonaba el lugar.

Al interior, la cancha quedó libre para el partido tricolor, cuyos adeptos celebraron efusivamente su victoria en la guerra política, coreando y aplaudiendo a los cuatro vientos, a la vez que ávidas manos agotaban el botín de guerra.

Mientras tanto en una explanada aledaña al mercado, que tradicionalmente alberga algunos puestos ambulantes de zapatos y muebles, quedó abandonada una carpa adornada con múltiples papelitos con la insignia del caracol prehispánico: el “partido del pueblo”.

Bajo la sombra de una amplia pancarta con el característico rostro del Che Guevara, un hombre vestido de negro que portaba varias pulseritas tejidas en sus muñecas, trataba inútilmente de llamar la atención de los transeúntes, enseñando algunas hojas con propaganda del partido.

Las escasas personas que pasaban por el lugar volteaban unos segundos hacia el solitario adepto del caracol, observándolo con lástima o con indiferencia, sin detenerse. La batalla política de bolsas y bolígrafos había terminado… por el momento.

martes, 25 de septiembre de 2007

Las conejitas llegaron a Oaxaca

KARLA JIMENEZ J.
sarka009@hotmail.com


Las conejitas llegaron a Oaxaca

Karla Jiménez

Gran expectación causó entre los oaxaqueños, la noticia de los medios que anunciaron la presentación de las “playmates” de la revista Playboy en la ciudad, que actuarían para los capitalinos, por tres días consecutivos, del 23 al 25 de agosto.

La tan esperada noche llegó, la cita fue a las 20:00 en punto, y los caballeros oaxaqueños, puntualmente, llegaron al bar “Dejavú”, donde todos corrían nerviosos para afinar los últimos detalles antes del arribo de las conejitas.

En la puerta la recepcionista daba la bienvenida a los asistentes, los meseros servían el vino a los inquietos caballeros, ya que eran las 21:00 horas y no sucedía nada, los periodistas solo miraban su reloj con enfado.

Cuando ya todos estaban desesperados por el tiempo transcurrido, de repente a las 22:30 de la noche, dos camionetas negras arribaron, alguien dijo “ya llegaron” y las miradas se dirigieron hacia la puerta, la música sonó más fuerte, los flashes de las cámaras se encendieron y los esculturales cuerpos desfilaron frente a algunos perturbados hombres.

En primer término se bajaron de una de las camionetas varias modelos, cinco en total, que también fueron invitadas a esta presentación, vestían minifaldas que a más de uno le cortaron el aliento. Saludaron con una gran sonrisa a todos, se sentaron en una mesa dispuesta para ellas y simplemente se pusieron a cenar un gran plato de lechuga picada, “preparada especialmente para ellas” según la chef del lugar.

Posteriormente, hicieron lo propio las tres conejitas, quienes llegaron en la otra camioneta, ellas venían enfundadas en finos leotardos negros, y fueron recibidas con chiflidos, al más puro estilo mexicano, portaban un moño rosa al frente y guantes blancos, sin faltar sus orejitas negras sobre su cabeza.

Los comentarios masculinos sobre las chicas no faltaron: “esta muy alta”, dijo un señor un tanto mareado por el vino, “la del vestidito rosa esta bien buena”, fue el sentir de un joven hacia sus amigos, quienes compartieron su opinión.

Después de saludar a todos y posar para la foto del recuerdo, las “playmates” y las modelos, después de cenar, bailaron al ritmo de la música dos canciones, convivieron con los felices asistentes y se despidieron, no sin antes decir que no faltaran al día siguiente a la discoteca el Circo, donde también se presentarían.

Reseña Bibliográfica: "El Alquimista"

KARLA JIMENEZ J.
sarka009@hotmail.com

“El Alquimista”

Karla Jiménez

Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que torna esta vida interesante, escribió Paulo Coelho en este libro, donde a través de Santiago, un pastor andaluz, quien era feliz cuidando a su rebaño, nos muestra una manera distinta de entender la vida.

Cuando Santiago decide abandonar ovejas, casa y a sus padres por seguir su sueño, conoce al Rey de Salem, de quien recibe su primera gran enseñanza, donde a través de los distintos acontecimientos que le van sucediendo al pastor por el inmenso desierto, el autor nos muestra “el lenguaje del universo”, lleno de simbolismos, que enseñan que “las señales están ahí, solo hay que leerlas”.

Estas señales, llevan a cumplir la leyenda personal de cada uno, que cuando nace del fondo del corazón, todo el universo conspira para realizar ese deseo.

Eso fue exactamente lo que aprendió Santiago, donde a través del amor que le hace sentir finalmente “la hija del comerciante” comprueba que entendió el alma del mundo.

De ahí la importancia de “recordar siempre lo que se desea”, escuchando al corazón, ya que este conoce todo. Eso finalmente es la alquimia, penetrar el alma del mundo y descubrir lo que esta nos tiene reservado en la vida.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Peatón por un día

Montserrat Fernández Galindo
tochomorocholacolumna@hotmail.com

Peatón por un día
Montserrat Fernández Galindo

“Naranja dulce, naranja de Martínez de la Torre, no se quede sin su naranja”, el fuerte ruido del megáfono al parecer trata de opacar el ardiente sol que apenas se asoma y que dentro de unas horas penetrará como lanza filosa en la piel de los citadinos.

La mañana presume de tranquila, me enfundo en un conjunto deportivo café y mis pies se acomodan en unos tenis; al bebé lo protejo del fresco rocío con un suéter delgado y sus pies con unas pantuflas de ositos. La carreola espera impaciente para comenzar el paseo.

El trinar de los pájaros mecen mis pasos en el áspero adoquín, la subida es dura y se torna en un laberinto al bajar de la banqueta que está llena de escalones y raíces alzadas, fuego enemigo para el cochecito rodante. Lanzo una carrera veloz para salvar mi pellejo de los coches que limitados por el tiempo no miden el peligro. Vuelvo a subir a la acera de la calle y permanezco en ella el tiempo que sea necesario.

La bajada o subida de San Felipe del Agua es una batalla que con valentía enfrenta el peatón. Es un campo minado. El reducido espacio de las banquetas apenas si se divisa entre hierbas, flores silvestres, espinas y basura.

El bebé se impacienta con los movimientos bruscos que hago con la carreola, sube, baja, corre, frena, sube, baja, esquiva...

Del otro lado de la calle, veo mi figura y la de mi pequeño acompañante reflejado en el espejo de la vida diaria: una madre con el ceño fruncido empujando una carreola.

- ¡Santo Dios! grito en silencio, ya mero se degüella el chamaco con la caída de las ruedas delanteras en una zanja.

Respiro profundamente, mis pisadas avanzan en cámara lenta hasta llegar casi al final de la bajada; las casetas de comida reducen el espacio para caminar con dignidad. En mi afán de esquivar la banqueta en desnivel y las latas vacías de bebidas refrescantes, la rueda delantera izquierda golpea el tobillo escondido detrás de la bota puntiaguda de charol de una joven. Con su mirada oscura casi aniquila mis sueños futuros. Dos puestos ambulantes frente al CBTis fueron testigos de este penoso incidente. Silencio y dolor.

La realidad de nueva cuenta me toma por sorpresa cuando el knock, knock de una camioneta de lujo le recuerda ‘la jefecita’ a un valiente peatón que sólo trata de llegar vivo a la fuente de la Siete Regiones. No suficiente con el susto, el cafre al volante desquita su rabia gritándole ¡pendejo!

En un dos por tres el sobreviviente logra cruzar la calle y pisar terreno seguro, mira al cielo como tratando de encontrar a Dios para agradecer el milagro: un día más.

Dos señoras que presenciaron el desenlace, cuchicheaban:

- ¡Se salvó de milagro son unos salvajes! ven que uno atraviesa la calle y en vez de disminuir la velocidad, aceleran, te centran y todavía se meten con tu madrecita santa”, comentó una vendedora de dulces.

- No hay que ser, luego una se confía cuando va caminando y de repente siente el coche encima... ¡lo peor! se ponen de dignos si ellos son los que se pasan los altos, abundó su acompañante.

El ulular de la ambulancia distrajo mi atención de una plática ajena, aprieto el paso pues faltan varias cuadras para llegar a mi destino; mis manos se aferran a los fierros de la carreola para atravesar el infierno mismo. La tensión de la vida peatonal por fin noquea a mi vástago que descansa plácidamente.

Mientras camino logro contar el número de automovilistas que hablan por celular y sorprende más el número de personas que bajan la mirada para escribir, leer o enviar un mensaje.

- ¿Por qué no medimos el peligro que representa esta distracción? ¿Por qué no lo hago yo cuando manejo? yo misma respondo en cuestión de segundos ¡por inconsciente! ¡Maldito vicio!

El sol empieza a ganarle a mi desodorante una partida, mi playera de algodón humedece; ni un árbol para cobijarme entre sus ramas, la mayoría han sido mutilados para abrir paso a alguna construcción. Ni una sombra para descansar.

Varias cuadras faltan para llegar a la colonia Reforma y una docena de obstáculos: raíces que rompen las banquetas, bolsas de basura, alcantarillas ficticias, automovilistas que no ceden el paso.

Frente a mí, una jovencita bien vestida y perfumada con finos aromas se resbala sin tocar suelo; los buenos modales desaparecen poco a poco ante un berrinche de niña bien:

-¡Mis zapatos nuevos! ¡Qué asco excremento de perro!

No pude contener la risa, el incidente realmente fue cómico; pero pagué muy cara mi osadía: mientras atravieso la calle, un taxista sale en sentido contrario ¡patitas pa’ que las quiero!.

- ¡Qué difícil es ser peatón!, mi cara palidece, mi sonrisa enmudece y mi corazón no respeta la velocidad establecida.

jueves, 30 de agosto de 2007

Reconocimiento a la obra de Pitol y Toledo

Andrea León Martínez
andreakleon@hotmail.com
Reconocimiento a la obra de Pitol y Toledo
Andrea León
Largos pendones con enormes fotografías de los homenajeados colgaban de la parte más alta del teatro Macedonio Alcalá, la expectación se podía ver en los asistentes a la entrega del reconocimiento Doctor Honoris Causa al artista plástico Francisco Toledo y al escritor Sergio Pitol.

Al interior del teatro el olor de las flores se mezclaba con el de la madera, mientras uno a uno se acomodaban los testigos de la ceremonia de honor dedicada a los creadores, en un día especial para los oaxaqueños: el natalicio de Benito Juárez.

El rector de la máxima casa de estudios de Oaxaca, Francisco Martínez Neri, ocupó un lugar de honor en la mesa para dar inicio al evento y paso al escritor, Carlos Monsiváis.

Con un pantalón color café, zapatos del mismo color y una camisa blanca el escritor habló acerca de los dos personajes distinguidos esa tarde, fue cuando platicaba sobre Francisco Toledo y su libertad, su suprema generosidad y su defensa a los derechos humanos cuando su discurso se vio interrumpido por los aplausos de los presentes.

El orgullo de los oaxaqueños por su paisano se respiraba en el aire y se contagiaba a cada uno de los asistentes al evento, quienes reconocían el talento del artista plástico.

Monsiváis retomó la palabra, después de los aplausos a los que él también se unió, para finalizar su intervención diciendo que “Sergio Pitol y Francisco Toledo reivindican la labor de los creadores con su trabajo, que es su mejor diálogo”.

El anfitrión de la ceremonia anunció que era momento de continuar y que el paso siguiente era la entrega de los títulos Doctor Honoris Causa a los creadores, así entre flashes y aplausos entraron a escena Francisco Toledo, quien vestía zapatos y pantalón color café, y una camisa blanca arremangada; y Sergio Pitol, con un traje azul marino y una corbata gris.

Ahí, en las tablas del teatro les colocaron una medalla con listón azul mientras la audiencia, de pie, les aplaudía y gritaba llena de emoción. La ovación se prolongó tanto que a través del micrófono se le pidió a Toledo y a Pitol pasaran a sus asientos.

El rector Martínez Neri felicitó al artista y al escritor, y afirmó que la ceremonia fue “un justo reconocimiento a su obra”, e hizo notar que cada una de las creaciones de los autores da luz a los espectadores y lectores.

Sergio Pitol leyó un escrito suyo titulado, El arte de la novela. Con la vista cansada por la edad y señalando con el dedo el texto, explicó que recibir el doctorado en compañía de Toledo fue su mayor premio, y expresó su admiración por el pintor. En una remembranza mencionó a sus autores predilectos, la forma como empezó a escribir y su primer novela, aseguró que la literatura no sigue reglas, ni siquiera la que ella misma impone, y eso la enriquece.

Pitol hablaba mientras su público suspiraba, y jóvenes se acomodaban en los hombros de sus parejas o en sus asientos, hablaba mientras Toledo posaba para la cámara de dos niños, hablaba mientras los asistentes escuchaban en silencio, atentos y embelezados por sus ideas y por su voz pausada.

El arte de la novela finalizó y los universitarios entonaron su himno para dar por concluida la ceremonia y empezar la fiesta afuera, en la calle de Armenta y López, con los acordes de la Banda del Centro de Capacitación Mixe de Tlahuitoltepec, donde el escritor escuchaba atento de pie a la banda, mientras el artista plástico caminaba sobre la calle de Independencia respondiendo preguntas con una sonrisa en los labios.

lunes, 27 de agosto de 2007

Proyectos de crónica



* Tema: Las playmates de la revista Playboy llegaron a Oaxaca
Cronista: Sarai Karla Jiménez






* Tema: Concierto de Armando Manzanero
Cronista: Nadia Altamirano





* Tema: Porter en concierto
Cronista: Andrea León

martes, 14 de agosto de 2007

Crónica de una espera

Laura Adriana Bautista
CRÓNICA DE UNA ESPERA
Aural Continuo
El tiempo generalmente dividido entre el ocio y el quehacer, no da pie a observar la cotidianeidad humana, la cual está compuesta de minutos de sensaciones, emociones y vivencias. El sentarse a esperar, pero con un ojo obsevador se vuelve toda una aventura.

6:10 p.m. Inicia la espera, acabo de dejar a los señores del alquiler quienes colocaron un toldo verde y doscientas sillas para la presentación del video, la consigna esperar o como ellos dicen cuidar que no se lleven el equipo. Camino hacia el frente justo hacia la catedral, me siento, mi mirada sin un rumbo, sin pensamientos claros, sólo dejando que mis sentidos encuentren cabida en cualquier cosa, justo en ese momento mi recuerdo me lleva a pensar tengo que escribir. Saco mi cuaderno y empiezo a observar.

6:15 p.m. Pasan personas, niños, niñas, en pareja, en trío o solitarios, cada quien en su gusto y en su necesidad. A unos seis metros de mi vista, la cual estaba posada hacia el Kiosco, logro ver a un hombre panzón, viste una guayabera azul cielo, pantalón gris, lentes, reloj como de esos que le gustan a la gente grande y justo al recorrer con mi mirada su cuerpo: mi director de primaria. Sí, es él, aquel director que cuando ensayaba la escolta en sexto grado nos regañaba; “marchen con orden, tiene que ir todas parejas, hagan lo bien porque es una gran responsabilidad”… bla, bla, bla. Mientras esto pasa en mi recuerdo, él camina, desfila frente a mí y se aleja.

6:20 p.m. Después de haber visto pasar al director, mis ojos se postran en otro momento de vida, parecen dos lupas que buscan la escena del crimen, dos niñas corriendo buscando una nueva aventura. Ahí esta, una extranjera o al menos eso parece, está justo en la puerta principal de la iglesia tratando de captar con su lente la mejor fotografía de una escultura en la fachada de la catedral, enfoca y desenfoca. Dos niños salen de la iglesia y uno de ellos tropieza, el otro se ríe. Al primero se le paraliza su mundo en ese momento, sus ojos quedan como buscando no ser visto por nadie y por nada, su expresión empieza a ser de duda. Mientras el otro ríe, goza, y disfruta la caída, y atina a decirle las mejores palabras “vámonos”. El caído empieza a llorar, sólo unas cuantas lágrimas puesto que no puede evidenciarse ante todos. Todo esto ocurre frente a aquella mujer, la extranjera quien viste botas rosas con motivos estrambóticos, short blanco, blusa azul y sobre vaquero. Agacha su mirada y empieza un diálogo con el pequeño, -por momentos pensé, es para el pequeño como esa Tatiana que canta “ratón vaquero”- pocos segundos después le extiende la mano, el niño la toma y se levanta, se limpia sus lágrimas y corre… corre a la conquista de otro encuentro.

6:25 p.m. No quiero suponer que la vida está fragmentada en cada 5 minutos, pero hasta ahora, aquí así ha ocurrido. En la esquina izquierda de la catedral aparece; “su santidad la princesa burger king”, excelsa, radiante con su corona de papel. Camina con dos helados, sí, eso sí corresponde a una característica de la alta realeza el acaparamiento. Camina tratando de no tirar ni una gota del preciado helado, le da una lamida a uno y ve el otro, con ganas de darle también su lamida y una vez mas demuestra ser de la realeza, la avaricia por querer terminarse todo. Y lo logra, consuma su acto pensado, lame el otro helado tratando que ningún espía de cuenta de ello. Pasa frente a mí, mirando a una plebeya más, quien sentada está a otro nivel. Ve su destino final, un papá a quien le comparte el otro helado y con el cual continuara su vida de princesa.

6:32 p.m. Desde que llegué a mi estancia en el banquillo de la espera, dos niños juegan con un globo, el cual pasa de mano en mano hasta ser cuatro. Uno Migail, del otro no supe su nombre, ambos juegan y juegan y el globo va y viene. El globo toma un aire del norte y se eleva más de la cuenta, Migail quiere tomarlo y cae en un hoyo de esos que contienen la iluminación para el recinto. Cae y se duele, toca su pierna, la observa, la limpia y aquí si un buen amigo le da la mano para levantarse, él no quiere, desea estar seguro de que su levantar será uno y con fuerza, decide descansar unos segundo más, junto a mi su madre le alienta le dice: levántate Migail, no pasa nada, con cuidado, ven te asobo. Con unos segundos de espera Migail no logra ver ningún estrago en su pierna, sólo dolor y molestia, al tomarse su tiempo, determina su impulso, recarga sus brazos, respira y sus piernas una vez más responden como niño, con fuerza.

6:41 p.m. Momento de continuar, momento de mover los sentidos, es hora de partir.

lunes, 6 de agosto de 2007

Trabajos de reseña bibliográfica






* Mátalo. Martín del Campo, David.
Alfaguara. 2007. 176 páginas.
Reseñista: Montserrat Fernández











* La terca memoria. Scherer García, Julio.
Grijalbo. 2007. 245 páginas.
Reseñista: Nadia Altamirano Díaz










* El gran vidrio. Bellatín, Mario.
Anagrama. 2007. 176 páginas.
Reseñista: Pergentino José Ruiz









* El alquimista. Coehlo, Paulo.
Grijalbo. 2004. 203 páginas.
Reseñista: Saraí Karla Jiménez











* La paz de los sepulcros. Volpi, Jorge.
Seix Barral. 2007. 176 páginas.
Reseñista: Ángel Morales Cruz









* Relato del suicida. Lobo, Fernando.
Almadía. 2007. 62 páginas.
Reseñista: Andrea León Martínez












  • * Amanecer en el zócalo. Poniatowska, Elena.
  • Editorial Planeta. 2007. 395 páginas.
  • Reseñista: Sandra Liliana Ramírez Barrera














* La edad de hierro. Coetzee, John.M.
Grijalbo Mondadori. 1990.
Reseñista: Gabriela Valeria Villavicencio Valdez










* Pancho Villa: Una biografía narrativa. Taibo II, Paco Ignacio.
Planeta. 2006. 896 páginas.
Reseñista: Lorenzo León Diez












* El gran laberinto. Savater, Fernando.
Editorial Ariel. 2005. 331 páginas.
Reseñista: Laura Adriana Bautista Hernández











* Foe. Coetzee, John M.
Randon House Mondadori. 2006. 257 páginas.
Reseñista: Sulma Esther Perzabal Solano












* El tren pasa primero. Poniatowska, Elena.
Alfaguara. 2005. 497 páginas.
Reseñista: Jazmín Aquino Cruz