miércoles, 11 de junio de 2008

Proyecto de entrevista de Juan Antonio Canseco Vásquez

SEMBLANZA
GUSTAVO ESTEVA

Gustavo Esteva (Ciudad de México, 1936) Es un activista que se califica a sí mismo como “un intelectual desprofesionalizado”. También es un reconocido columnista del diario “La Jornada” y autor de varios libros y artículos, entre los que destacan: “Regenerando el espacio de la Gente”, “Tepito: Primer Mundo, no gracias”, “Que hay mas allá del desarrollo”, “Del pensamiento Global al pensamiento Local”, “Organizaciones de Base y Posmodernismo”, entre otros. Trabajó en el gabinete del Presidente Echeverría y de López Portillo. También ha sido consejero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Fundó La Universidad de la Tierra y el Centro de Diálogos y Encuentros Interculturales CEDI donde actualmente colabora.

La impresionante trayectoria profesional, académica y personal de Gustavo Esteva, lo ha llevado a una serie de rupturas radicales, que como el mismo lo define, van de la religiosidad católica, al sueño de la razón occidental, y a su negación; de la administración a la revolución; de la violencia a la vía política; del Estado a la gente, y que lo han llevado a construir una visión “sui generesis” de la vida en general, y de los procesos sociales en particular.

Educado en la carrera administrativa por los jesuitas, se encontró desde muy joven involucrado en el mundo empresarial (IBM, Procter and Gamble, Cervezería Moctezuma), en donde tuvo grandes conflictos debido a sus preocupaciones con la justicia social, y la lógica egoísta y explotadora del mundo capitalista, por lo que tuvo que renunciar a una vertiginosa y ascendente carrera profesional.

Después se abrió paso en la burocracia gubernamental y consiguió un puesto menor, solo para ganarse la vida, según sus propias palabras, en tanto se preparaba para la acción revolucionaria, en un escenario mundial con gran fuerza del socialismo a través del triunfo de la revolución cubana y de la figura del Che.

En ese tránsito apareció el movimiento guerrillero y la “legitimidad de la violencia”, movimiento de quien se distanció mas temprano que tarde, para dar paso a un primer acercamiento a la no violencia gandhiana.

En su paso por Conasupo, mas por transición que por convicción, tuvo la primera oportunidad de concebir y de poner en marcha un programa que involucraba a millones de campesinos y marginales urbanos, además de escribir su primer libro. En este periodo descubrió que la lógica de intereses del gobierno y de la gente nuca podía ser las mismas y que los programas de “desarrollo” tenían un impacto muy negativo la vida de las personas a quienes iban dirigidos, situación que lo llevo a mirar a las organizaciones de base y alejarse de cualquier visión estatalista de trasformación social.

Todas estas rupturas lo llevarían a una crítica radical a los principales valores del mundo moderno y sus instituciones: el marxismo, y por supuesto, el socialismo, la escuela y la educación institucionalizada, el concepto de “desarrollo”, el Estado, entre otras, y que tienen su punto de referencia en el pensamiento de Ivan Ilich, de quien fue discípulo y amigo.

Ilich, controvertido pensador austriaco radicado en México hasta su muerte, se ocupó en formular profundas críticas a la educación escolar, la medicina profesional y de patente, el trabajo ajeno y no creador, el consumo voraz de energía necesaria para el desarrollo económico, todo como una negación de la equidad y la justicia social.

Esteva, de la mano de Illich, va un poco mas lejos en su crítica radical de la sociedad económica, misma que generalizó a todas las instituciones modernas, en particular las asociadas con la noción y estructuración del poder político.

Esta visión lo llevaría a involucrarse con los zapatistas a partir de 1994, y decidirse a instalarse en San Pablo Etla, en donde se comienza a plantear otros ejes de pensamiento. Su proximidad al EZLN le permitió acercarse a la noción de democracia radical, expresada en su procesos autonómicos de base, en su renuncia a tomar el poder político, en la horizontalidad en la toma de sus decisiones y en sus principios de mandar obedeciendo. Respecto de su vida en San Pablo, una comunidad que aún se rige por el sistema de “usos y costumbres”, Gustavo Esteva recuperó la dignidad de tener un espacio autosostenible en donde se consume gran parte de lo que ahí se produce, en una casa donde se vive una relación de respeto y armonía con el medio ambiente, expresando simbólicamente en su sistema de sanitarios ecológicos o letrinas secas, que dan lugar a su “politica de la mierda”, que no es otra cosa que hacerse responsable de sus propios excrementos.

Por último, y no menos importantes, Gustavo Esteva ha estado desarrollando una serie de Seminarios relativos a la “convivencialidad” o “convivialidad”, como una alternativa necesaria y posible ante una sociedad que se desmorona en todas y cada una de sus instituciones.

El término “convivialidad” lo desarrolla ampliamente Ivan Ilich, y procede de una reflexión sobre la crítica situación de una sociedad capitalista avanzada que produce su propia destrucción: se desnaturaliza la naturaleza; se encapsula al hombre al ámbito individual, desarraigándolo y castrándolo de su creatividad; se le convierte en materia prima; se destruyen sus lazos sociales desintegrando su humanidad.

La convivialidad es una reflexión radical sobre nuevas formas de relaciones sociales y con la naturaleza, en cuyo eje se encuentran temas tan diversos como la preocupación por la degradación del medio ambiente, la sobreprogramación de la vida diaria, el uso masivo de tecnologías alienantes, la insatisfacción, la polarización, la desprofesionalización, etc.

Según Gustavo Esteva, la convivialidad, expresado en el ámbito de la vida cotidiana con prácticas tan simples como el comer, el vestir, el habitar y el cagar, pueden estar cargadas de una fuerza revolucionaria más poderosa que cualquier arma de destrucción masiva, ejército, gobierno, movimiento de masas, o cualquier otra forma de coerción, y que se expresa, según Esteva, de manera magistral en el principio gandhiano: “Sé tú mismo el cambio que quieres para el mundo”...mucho antes de encontrarlo en él.

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